Pont-Saint-Esprit - Francia

La mañana de un 17 de agosto, las consultas de los 3 médicos que tenía el pueblo se llenaron de vecinos quejándose de síntomas similares; dolores de cabeza y estómago, náuseas y vómitos, mareos… todo parecía apuntar a una intoxicación colectiva por haber comido algún alimento. Los médicos no tardaron en sospechar de la intoxicación en el pan de una de las dos panaderías del pueblo, la panadería de Roch Briand.

Pero lo que en un principio parecía una simple intoxicación se tornó en unas horas en algo nunca visto por los doctores. Muchos de los enfermos comenzaron a mostrar síntomas más preocupantes como convulsiones y alucinaciones. Una extraña locura se apoderó de cientos de personas que corrían, gritaban y se agitaban sin control.

El Dr. Gabbai solicitó la ayuda del profesor Gerald de la Facultad de Medicina de Montpellier para intentar, entre todos, hallar una solución al problema. Mientras tanto se sucedían en las calles y casas del pueblo los primeros intentos de suicidio y… las primeras muertes.

Apenas unos días después de la primer epidermia, los infectados llegaban casi a trescientos . Entre los enfermos los casos de alucinaciones tenían cada vez consecuencias más catastróficas.

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Entre los diversos casos había un enfermo con la mirada perdida repetía sin cesar que él ya estaba muerto, una niña veía continuamente a un tigre que quería atacarla, un tipin de 11 años trataba de estrangular a su propia madre, otro creía que tenía serpientes en su estómago, un hombre saltaba desde un segundo piso al grito de “¡Soy un avión!”, algunos se veían rodeados de fuego e incluso un hombre pensaba que de su cuerpo brotaban flores rojas.Como se darán cuenta había toda clase de alucinaciones.

Las ambulancias no alcanzaban para transportar a los enfermos más graves a los hospitales màs cercanos. Todos hacían lo que podían pero en la población se había instaurado un pánico colectivo que hacía casi imposible la más mínima organización. La noche del 24 de agosto fue calificada por uno de los médicos como “mi noche del Apocalipsis”. Otro de los médicos, comentó acerca de esa noche “toda la noche, autos, carretas, todo tipo de medios de transporte trajeron al hospital a enfermos gritanto desconsolados, diciendo ser víctimas de visiones de violencia o de miedo”.

Pasado lo peor, se hizo balance de los afectados. Los informes de la época reportan a casi trescientos infectados de mayor o menor gravedad que fueron atendidos en el mismo pueblo o en los hospitales más cercanos. Según las fuentes, entre cinco y siete personas perdieron la vida, cuatro de ellos suicidándose a causa de las alucinaciones y el resto por problemas del corazón. La mayoría de los afectados se recuperaron de la intoxicación en unas semanas sin mayores consecuencias, pero entre cincuenta y sesenta personas tuvieron que ser internadas en distintos hospitales psiquiátricos pasando allí, algunos de ellos, el resto de sus vidas.

¿Qué pasó durante esos días en agosto en el pueblito de Pont-Saint-Esprit ?

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¿Qué fue lo que indujo una especia de locura colectiva ?

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¿?

En un principio la confusión fue total y todos tenían alguna teoría para explicar lo sucedido en el pueblo. Primero se acusó al panadero, luego a su ayudante, luego al agua de las fuentes, a las máquinas de batir, a potencias extranjeras, a la guerra bacteriológica, al diablo, a la Compañía Nacional de Ferrocarriles Franceses, al Papa, a Stalin, a la Iglesia e incluso a las nacionalizaciones.

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La prensa local, a falta de un diagnóstico claro de la enfermedad, exigía conocer la identidad de la persona o personas responsables del mal. Como respuesta, las autoridades llegaron a ordenar la detención de un molinero, que se encargaba del abastecimiento de la harina empleada en Pont-Saint-Esprit, y fue encarcelado sin tener en cuenta que el pan que se elaboró en la otra panadería del pueblo se hizo con la misma harina y en cambio, los que lo comieron no sufrieron el contagio.

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En si todo apuntaba al despiste.