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Henry Fuseli, Der Kampf des Thor mit der Schlange des Midgard
(La lucha de Thor y la Serpiente de Midgard). 1788. Royal Academy of Arts, Londres.

Dobrynya Nikitich y Gorynych

El poema tradicional eslavo (byliny) narra la hazaña del héroe épico (bogatyr) Dobrynya Nikitich, un excelente arquero, nadador y luchador conocido por su cortesía y astucia, quien encuentra al dragón (zmey) Gorynych mientras se bañaba en el río Puchai. Dobrynya se encontró indefenso y pensó que moriría ante el monstruo pero luego descubre algún objeto y lo utiliza para derrotar al dragón. El dragón suplica a Dobrynya por su vida y ambos llegan a una tregua. Una vez que el pacto termina, el dragón captura a Zabava Putyatishna, la sobrina del príncipe Volodymir.

Cuando Dobrynya llega a Kiev, el príncipe Volodymir le pide a Dobrynya que rescate a su sobrina. Con la ayuda de un látigo mágico regalado por su madre, Dobrynia comienza a luchar contra el dragón en una batalla que duró tres días. En el tercer día de la sangrienta batalla, Dobrynya siente el deseo de rendirse y huir, pero una voz del cielo le dice que persista y que luche por tres horas más, así lo hizo y después de tres horas Dobrynya logra al fin matar al dragón.

Viktor Vasnetsov, Dobrynya Nikitich matando al dragón Gorynych

La sangre del dragón no fue absorbida por el suelo y Dobrynya y su caballo quedaron atrapados rodeados por la sangre durante tres días. Nuevamente, una voz del cielo le dijo al héroe que enterrara su lanza en el suelo y pronunciara un conjuro. Hecho esto, la sangre comenzó a ser absorbida por la tierra y Dobrynya rescató a Zabava.

Perún y Veles

La batalla mítica entre Perún y Veles fue reconstruida mediante un estudio comparativo de los mitos indoeuropeos y un gran número de canciones y cuentos populares eslavos.

Perún es el dios de la tormenta, del rayo y el trueno (o del lado oscuro del Cielo iracundo), equivalente al Perkunas de la mitología báltica, y a los demás dioses arios del trueno. Sus atributos eran un caballo, un carro, un hacha o martillo, y flechas de piedra. Presidía sobre las armas y sobre la guerra, y los antiguos eslavos lo invocaban antes de entrar en combate. Vladimir el Grande lo colocó como jefe del panteón de la Rusia de Kiev. Cuando Perún dominaba el panteón, era concebido como una figura regia que dirigía el mundo mortal desde una fortaleza situada en la más alta rama del Árbol del Mundo, y que lanzaba rayos sobre la Tierra en momentos de choque con las fuerzas telúricas.

El nombre Veles se asemeja a Vels o Velinas, el diablo de la mitología báltica y enemigo del dios del trueno Perkunas. Es un dios antiguo y complejo, emparentado con las demás versiones indoeuropeas del Dragón, asociado al Mundo Subterráneo, las aguas, la tierra y los dragones. Se le representa como una serpiente con cuernos y barba.

La causa de la enemistad de estos dioses puede deberse a que Veles raptó al hijo, la esposa o el ganado de Perún. También se convierte en un reto: Veles, transformado en una enorme serpiente, sube desde las cuevas del Mundo Subterráneo y repta hasta el Árbol del Universo eslavo, con dirección a los dominios celestiales de Perún, quien se defiende contra Veles con sus rayos. Veles huye, se esconde o se transforma en árboles, animales o personas, hasta que al final Perún lo mata y, mediante esta muerte ritual, todo lo que Veles había robado sale de su cuerpo inerte en forma de lluvia que cae desde las alturas.

Este mito de la tormenta, según algunos investigadores, explicaba el cambio de estaciones a lo largo del año. Los períodos secos se interpretaban como el caótico resultado del hurto de Veles; las tormentas y los rayos eran la batalla entre los dioses y la lluvia significaba el triunfo de Perún sobre Veles y el restablecimiento del orden del mundo.

De manera que el mito se repetía cada año y la muerte de Veles nunca era permanente, ya que volvía a tomar la forma de una serpiente que muda su vieja piel y renace con un nuevo cuerpo. Aunque en este mito en particular desempeña un papel negativo como causante del caos, Veles no era un dios maligno para los antiguos eslavos.

 

Iván Bilibin, Perún contra Veles.

Teshub e Illuyanka

Teshub, al igual que Thor, Indra y Zeus, está asociado con el cielo, la lluvia y la tormenta en la mitología hitita, es un guerrero que sostiene un rayo triple, yelmo y armas, generalmente un hacha doble (labrys) y espada. Fue una figura adoptada de los hurritas que le rendían culto como su dios principal, el rey de los dioses. Su nombre hitita y luvita fue Tarhunt.

Illuyanka es el dragón-serpiente que fue derrocado por Teshub. Su nombre probablemente es una composición de dos palabras protoindoeuropeas que significan 'serpiente': h₁illu y h₂eng(w)eh₂. Estos componentes invertidos forman la palabra en latín anguilla. Serpiente en latín es anguis.

En una de las versiones del mito, Illuyanka vence en la lucha entre los dos, y Teshub va a la diosa Inaras para pedirle consejo. Siguiendo éste, promete amor a una mortal llamada Hupasiyas a cambio de su ayuda, ella idea una trampa para el dragón y va a él con grandes cantidades de alimentos y bebida, consiguiendo que beba hasta hartarse. Una vez borracho, Hupasiyas ata al dragón y el dios del cielo Teshub aparece con los otros dioses y le mata.

Relieve del dios de la Tormenta, Teshub y su hijo Sarruma matando al dragón Illuyanka.
Museo de las Civilizaciones de Anatolia, Ankara, Turquía. 1050-850 a.C.

En la segunda versión (conocida por el relieve de arriba en la imagen), después de la lucha, Illuyanka arranca a Teshub los ojos y el corazón. Para vengarse del dragón, el dios del Cielo se casa con la semidiosa Hebat, hija de un mortal llamado Arm. Tienen un hijo, Sarruma, que cuado es adulto se casa con la hija de Illuyanka. El dios Teshub encarga a su hijo que pida los ojos y el corazón como regalo de bodas, y éste lo hace. Con ojos y corazón restaurados, Teshub se enfrenta a Illuyanka una vez más. Cuando está a punto de vencer al dragón, Sarruma se entera de la batalla y se da cuenta de que ha sido utilizado para este propósito. Exige que su padre le quite la vida junto con Illuyanka, así que Teshub mata a ambos por medio de una tormenta de lluvia y relámpagos.

Hadad y Lotan

En la mitología ugarítica (no indoeuropea), Lotan es un dragón o serpiente marina de siete cabezas. Lotan vive en un palacio en el mar y es la octava mascota de el dios Yaw o tal vez Yaw mismo, quien también fue conocido como Yam (mar) o Nahar (río); el Océano Cósmico. Es el análogo hebreo de Leviatán (serpiente de Levi). Representa la destrucción masiva de las inundaciones, los océanos y el invierno.

Baal Hadad es el dios de la tormenta, el trueno y la lluvia, y fue adaptado del dios acadio Adad. Es hijo de Anu, el Cielo. Lucha contra la Serpiente Lotan y le derrota.

 

Gustave Doré, La Destrucción del Leviatán. 1865.
En aquel día YHVH castigará con su espada firme, grande y pesada a la serpiente Leviatán,
que siempre sale huyendo, a Leviatán, serpiente astuta, y matará al dragón del mar.
(Isaías, 27:1).

Marduk y Tiamat

El poema épico de la creación sumerio-babilónico-acadio, Enuma Elish, es probablemente el relato más antiguo de la Historia, en el cual se narra una batalla entre las "Fuerzas de la Luz" y las "Fuerzas de la Oscuridad", lucha que dio origen al Cosmos y a la especie humana.

Tablilla babilónica de Tiamat

De ella participa la Antigua Tiamat (del sumerio Ti: 'Vida' y Ama: 'Madre'), una mujer monstruosa, terrible diosa serpiente de dos caras, cuatro ojos y cuatro oídos (aunque no necesariamente se le representa como tal), reina y madre de diversos dioses y criaturas que engendró con su contraparte masculina, Apsu, el Abismo/Océano Subterráneo, que tenía su morada en Kur (palabra que significa literalmente 'montaña', pues los sumerios, así como otros pueblos, concibieron el reino de los muertos como una montaña). Estos nuevos dioses perturbaron a Apsu, por lo que decidió destruirlos, pero uno de ellos, Ea/Enki, dios de la magia y del agua, se anticipó a los deseos de Apsu haciendo un conjuro y sumergiéndolo en un largo sueño para luego matarlo. Sin embargo, Ea no pudo hacer nada contra Tiamat quien deseó vengarse por la muerte de Apsu. Enfurecida, creó una legión de demonios liderados por Kingu, que era su amante y uno de sus engendros.
 

Tiamat entregó las Tablas del Destino al comandante del ejército Antiguo, Kingu, así como gran poder. Los Dioses Mayores le encomiendan a Marduk, hijo de Ea, la misión de matar a Tiamat y a Kingu, y es nombrado Príncipe de los Dioses. Al derrotar a Kingu, le arrebata las Tablas del Destino. Después de la muerte de éstos en manos del Señor Marduk y encerrados en el Abismo, el Universo fue creado del cuerpo inmolado de la Serpiente: Tiamat fue cortada en dos, su mitad superior formó el Cielo y su mitad inferior formó la Tierra. Luego, Marduk comunica a su padre un nuevo plan que tiene para la sangre de Kingu:

Amasaré la sangre y haré que haya huesos. Crearé una criatura salvaje, 'hombre' se llamará. Tendrá que estar al servicio de los dioses, para que ellos vivan sin cuidado.

De modo que la humanidad fue creada de la sangre, o las "Aguas Vivientes" de Kingu. No deja de ser llamativo el hecho de que el ADN humano se asemeja a dos serpientes enroscadas.

Miguel y Satán

No es raro que muchos identifiquen a Marduk con el Arcángel Miguel, jefe de los ángeles, por la semejanza que presentan las tradiciones judeocristianas en referencia al dragón.

En ese momento empezó una batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles combatieron contra el Dragón. El Dragón se defendía apoyado por sus ángeles, pero no pudo resistir, y ya no hubo lugar para ellos en el cielo. Arrojaron pues, al enorme Dragón, a la Serpiente Antigua, al Diablo o Satanás, como lo llaman, al seductor del mundo entero, lo echaron a la tierra y a sus ángeles con él…
Apocalipsis 12:7-9
El Arcángel Miguel arrojando a Satán al Abismo

La fuente que probablemente inspiró al autor para la redacción de éste capítulo de la revelación, fue el apócrifo Libro de Enoch. Según éste, Miguel y sus tropas derrocaron al arcángel rebelde y a sus seguidores y a los cuales arrojaron al Infierno.

Ocho capítulos después, se dice:

Después un ángel bajó del cielo llevando en la mano la llave del Abismo y además una enorme cadena. Sujetó al Dragón y lo encadenó por mil años. Lo arrojó al Abismo y cerró su entrada con la Llave y la aseguró con candados, para que en adelante ya no engañara a las naciones hasta que pasen los mil años. Luego será dejado en libertad por un poco tiempo (…) Y cuando se cumplan los mil años Satanás será liberado de su prisión, saliendo a engañar a las naciones de los cuatro extremos de la Tierra, a Gog y Magog. Los juntará para la guerra y su número será tan grande como las arenas a la orilla del mar…
Apocalipsis. 20:1-9

El Apocalipsis da un tiempo de "mil años" para que se desaten el Ragnarök y la Serpiente encadenada. Este tiempo ya se ha cumplido y vemos ahora por todo el mundo las consecuencias del arrastre del Dragón descontrolado.

San Jorge y el Dragón

Dentro de la cultura judeocristiana, la serpiente o dragón es efigie del mismo Diablo. En la Edad Media, afloraron y cobraron popularidad cuantiosas leyendas como las de Santiago, San Patricio y San Jorge, quienes derrotan a este reptil alado. Así mismo, en el arte cristiano, la sierpe simboliza la tentación y el pecado, y se presenta pisada por el pie de diversos santos, figurando el triunfo del cristianismo sobre el pecado y el paganismo.

 

Hans von Aachen, San Jorge matando al Dragón. s. XVI.
 

La leyenda de San Jorge y el dragón aparece en el siglo IX, recopilada luego en el siglo XIII por Jacobo de Vorágine en su Legenda Aurea. En ella, un dragón hace un nido en la fuente que provee de agua a una ciudad, bloqueando su acceso (como sucede con la lluvia de Indra). Para que los ciudadanos pudieran conseguir agua de la fuente ofrecían diariamente un sacrificio humano que se decidía al azar entre los habitantes. Un día resultó seleccionada la princesa y justo cuando estaba a punto de ser devorada por el dragón, Jorge aparece sobre un caballo blanco, se enfrenta con el dragón al que lo mata salvando a la princesa. Los agradecidos ciudadanos abandonan el paganismo y se convierten al cristianismo. Sin duda, un final que cumple una función muy distinta al mensaje pagano original y tal vez en lugar de sólo "someterse", la serpiente quedaría completamente aniquilada en el nuevo imaginario europeo judeocristiano y, con ella, la sabiduría que tenía para ofrecer, pues es a partir de la exégesis abrahámica donde a la mujer se le comienza a identificar con el mal y el pecado, demonizándola y despreciándola como un "ser inferior", muy al contrario que el paganismo indoeuropeo.

El Abismo

Como hemos visto, la Antigua Serpiente Primordial de la cosmogonía indoeuropea reside en el Inframundo, que es muchas veces descrito como un Océano Subterráneo, abismal, oscuro, primigenio, un vacío cósmico, una masa confussa, caótica, informe, de la cual fue creado todo el Universo. Algo semejante a un útero materno.

La cosmogonía gnóstica de Valentinus (s. II d.C.) comienza con el perfecto Eón, Abismo, preexistente, el cual estaba con Silencio. Anaximandro (610-546 a.C.) lo llamaba (apeirón, 'sin límites', 'sin definición'), es decir, lo indefinido, lo indeterminado, lo no diferenciado. Los gnósticos denominaban Pleroma a la substancia primordial de la que provinieron las formas, espíritus y esencias por medio de emanaciones. Los chinos lo llaman Wuji.

Otras cosmogonías no indoeuropeas coinciden en este concepto. En la mitología azteca, al principio existía sólo un océano primigenio donde únicamente vivía el monstruo marino Cipactli. Los dioses, cuando se vieron en la necesidad de dar forma al mundo, decidieron que el cuerpo de Cipactli se dividiera a la mitad: una mitad sobre la otra, obteniendo así el Cielo y la Tierra (Lo mismo que en el relato de Tiamat). El relato cosmogónico de los mayas, el Popol Vuh, comienza describiendo este abismo océanico:

Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.No había nada que estuviera en pie, sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia.

Asimismo, Ovidio describe en Las Metamorfosis, el origen del mundo de forma similar:

Antes de que existieran el mar, la tierra y esa cobertura de los cielos que se extiende por doquier, la naturaleza ofrecía el mismo aspecto en todo el universo: es lo que los hombres denominaron Caos, masa informe y confusa, peso inerte en el que se depositaban indiscriminadamente juntos y sin ajustamiento alguno los elementos primordiales de las cosas. Ningún Titán iluminaba todavía el mundo con su luz, ni la luna creciente henchía aún sus cuernos, ni la tierra se balanceaba girando en el éter por el impulso de su propio peso, ni Anfitrite extendía sus brazos a lo largo de las costas y riberas. Aunque allí estaban los elementos de la tierra, del mar y del aire, la tierra carecía de firmeza, el mar de fluidez y el aire de luz y brillo. Ninguno de ellos tenía forma definida y cada uno interfería estorbando el desarrollo de los demás. En una única mezcolanza agitábanse el frío y el calor, lo húmedo y lo seco, lo muelle y lo duro, lo ligero y lo pesado.
Ovidius, Metamorphoseon libri, Libro I:1, Orígenes del mundo. El Caos.

El poema épico nórdico Völuspá o Visión de la Adivina, describe también un período de Caos primitivo, el Vacío abismal del Ginnungagap, seguido por la creación de gigantes, dioses y de la humanidad. El Ginnungagap era el vasto abismo que existía entre Niflheim y Muspelheim antes de la creación. Al norte de éste yacía el intenso frío del Niflheim, al sur, el calor infernal del Muspelheim. Al principio de los tiempos, los dos se encontraban en el Ginnungagap; y donde el calor tocaba la escarcha, las gotas de ésta se derretían y formaban la sustancia eitr, que se aceleró en vida en la forma del gigante Ymir, el padre de todos los gigantes de la escarcha.

En Sumeria, el Mundo Subterráneo o Infierno, era conocido con varios nombres, como Absu o Apsu (del sumerio temprano: ab, "agua" y su, "lejos", "profundo", agua profunda o abismo); como Nar Mattaru (El Gran Océano Subterráneo), como también se lo llama en el Enuma Elish:

Cuando los cielos en lo alto no eran nombrados ni la tierra abajo llamada por su nombre. Cuando el Apsu primordial, su procreador, y Mummu-Tiamat que a todos había engendrado, entremezclaron sus aguas en un solo cuerpo pero las cámaras sagradas no habían sido consolidadas ni se podían encontrar cañas en los juncales. Cuando ninguno de los dioses resplandecía ni eran llamados por sus nombres. Cuando los destinos no estaban fijados, entonces nacieron de su seno.
Enuma Elish I, 1-11.

La misma idea se refleja en el Génesis bíblico:

En el principio Dios creó el cielo y la Tierra. La Tierra estaba desierta y sin nada, y las tinieblas cubrían el abismo mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas.
Génesis 1:1-2.

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